A pesar de que no haya dado señales de vida desde marzo, no estaba muerta pero precisamente de parranda, como dice la canción, no he andado.
Compaginar la montaña rusa laboral de los últimos meses con maternidad, estudios y pequeños imprevistos del día a día no ha sido fácil. ¿Lo bueno? Me he permitido perder el control, no llegar a todo. De vez en cuando es necesario parar y no pasa nada.
Vuelvo con las pilas cargadas tras un mes de agosto de excursiones, abuelos, primos, verbenas, playas nuevas, siestas (al fin hemos estrenado las hamacas que mi santo trajo de Ecuador hace casi dos años), y hasta corte de pelo.
No sé con cuanta frecuencia actualizaré, de momento me he dado a Instagram, donde comparto planes molones y hallazgos bonitos.
¡Que tengáis un buen comienzo de curso!