A veces es necesario parar, desconectar y perderse un poco para poder seguir adelante. Mi santo y yo hemos descubierto el lugar perfecto para conseguirlo: el Balneario Río Pambre. Pequeño, silencioso y austero, lo mejor de este refugio en medio de un bosque de robles y castaños es la solaina al lado del río con vistas a uno de los castillos medievales mejor conservados de la geografía gallega.
Mis imperdibles: disfrutar de algún tratamiento con las aguas sulfuradas del manantial y la caminata de dos kilómetros desde el balneario al castillo siguiendo el cauce del río.
Imágenes: https://entreacto.wordpress.com & http://www.flickr.com/photos/shimuke/